|
Para el licenciado José Isaac Fábrega, periodista
de fuste y amigo sincero de la democracia.
|
Oh balas viajeras, furiosas, temibles
que andáis con la muerte! Oh balas de horror!
Audaces, fugaces y casi invisibles,
silbáis un silbido que causa pavor.
|
Os ven las uaroras. Cual pérfidas aves
os ven las mañanas en jira fatal;
las noches que tristes, inquietas y graves
tornasteis ¡oh balas!... Oh balas del mal.
|
Sois dedos, mil dedos malignos y rudos
que niños y ancianos hacéis sucumbir.
Que mal os hicieron ¡oh trágicos nudos!
oh dedos sañudos! que haceislos morir?...
|
Matáis los sembrados. Las débiles chozas,
¡oh balas ansiosas!, ¡perenne matáis!
¿Qué mano os impele, criaturas odiosas;
qué mano rabiosa, que así torturáis?
|
Cambiad vuestra ruta. Las almas que libres
anhelan mirarse, no deben caer.
De grasos, de grises, de gruesos calibres
salís como locas, sin ver ni creer.
|
Oh balas terribles, horribles viajeras
que andáis con la muerte! Oh balas de horror!
Moled ¡implacables! --si sois justicieras--
cualquier asesino...
cualquier opresor.
|
Del libro: La Canción del Pueblo. 1939.
|