Dar la mano al caído es noble y pío
como es piadoso consolar al triste
y dar la capa al que de harapos viste
en la estepa, muriéndose de frío.

Santo es cruzar a pie por el sombrío
sendero que de nieve se reviste,
llevando un pan adonde el hambre existe,
Fe y Esperanza adonde impera hastío.

Más disipar el pérfido espejismo
que con lumbre falaz y transitoria
a la ignorancia arrastra hasta el abismo…

Es acaso virtud más meritoria
que une a la santidad el heroísmo
y nimba el alma de un fulgor de gloria.