Y dos ojos (el uno semiabierto)
grises
ausentan laberintos grises.
Y dos manos
hieren en el banquillo
de la sola memoria irrecuperable
esa crispación del atlas al que
se arriba a ciegas,
en tanto que la penumbra
desvirtúa
la hora en el tiempo, sin índice.
El ético trino de Shaftesbury
vas parafraseando
como algo
que no dispusiese de sombra.
Acaso, Borges, seamos nosotros, tus oyentes, los ciegos
en esta noche.
Publicado en: Itinerario de la Poesía en Panamá, Ediciones del Centenario, 2003.