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Año: 1997
Once claves para una poética
Ricardo J. Bermúdez
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VOLVER A LA POESIA es retornar a la esencia de las cosas. Para que el
singular fenómeno se produzca, los sentidos se agudizan y todo a nuestro
derredor permanece luminosamente inmóvil. Son estados de conciencia que de
modo simultáneo confronta la serenidad con los paroxismos donde ocurren
sueños estremecedores. Tanto lo que sucede en el mundo exterior, cuanto lo
que entonces acaece dentro de nosotros, se funde con admirables formas y
matices. Es la poesía que se vale de las emociones para cubrir la palabra de
increíbles sugerencias. Al meditar en tan misteriosos acontecimientos,
propongo estas claves en busca de una aproximación a algunos de los ritos que
consagra toda poética.
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UNA: Poesía es un extraordinario acto de creación que tiende a revelarse,
de modo incontenible, mediante un ordenamiento especial de la palabra y menos
ostensiblemente a través de otros recursos expresivos, cada vez que
confrontamos situaciones de un alto valor emocional.
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DOS: Esta especie de peso de inmortalidad sobre el corazón, como llamaba
Keats lo que él sentía frente a la experiencia poética, la he comprobado bajo
la sensación de lo que podría describir como resultante de uno o varios
relámpagos intuitivos sobre una acumulada vivencia.
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TRES: Su poder creativo no sólo lo he experimentado al escribir poemas, sino
al situarme a la búsqueda de soluciones arquitectónicas como lo confirma, con
insólita claridad, Pier Luigi Nervi, al darnos noticias sobre las
figuraciones por él soñadas que luego se convertían en insustituibles formas
estructurales.
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CUATRO: En el origen de estas convulsiones estremecedoras, pugnan por
revelarse y existir una serie de imágenes que, merced a ciertos dones innatos
y a refinamientos intelectuales adquiridos, consiguen su propósito de modo
cabal, coherente y sistemático a través de sus propias valoraciones
poéticas.
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CINCO: El período de gestación de estos estados superiores de conciencia
podría compararse con una oscura noche coronada por el estallido de
pensamientos, tan luminosos, que su luz pareciera ofuscar la visión de lo que
era intuitivo y se convierte, por la poesía, en cosa real y verdadera.
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SEIS: Ocurre entonces lo que en la cúspide de la lucidez filosófica, Platón
denominara con una metáfora que ningún otro vocablo ha conseguido desplazar,
y Napoleón definiera de modo igualmente insustituible cuando manifestaba que
inspiración es la solución espontánea a un problema largamente meditado.
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SIETE: Confieso que cada vez temo más a la llegada de la arrolladora
inspiración, por lo que ella entraña, de desgarramiento íntimo y de
desplazamiento del ``yo'' hacia los arquetipos ideales que constituyen la
realidad de las cosas y los seres de este y los otros mundos conocidos.
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OCHO: Este desdoblamiento exige un estado de superconciencia, una titánica
disposición para aportar cualidades benévolas, de veracidad, de justicia, de
amor a lo bello, cualidades que yo no poseo, pero estimo indispensables para
merecer la gracia que recibo para luego actuar como su justo tributario.
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NUEVE: La responsabilidad por el buen uso de lo que debo hacer con lo que
recibo, que en su acepción moral los existencialistas definen como quehacer
comprometido, me acoquina frente a una actuación que pudiera convertirse en
apócrifo sustituto de insoslayables deberes para conmigo y los demás
hombres.
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DIEZ: Mi creencia en que la poesía debe resumir, en la unidad de su creador,
las múltiples diversidades de los seres y las cosas para comprometerla con
cualquier tipo de aportaciones limitantes.
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ONCE: La poesía es el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo, dijo
Antonio Machado, y en ningún caso podría considerar que el producto de esa
intercomunicación convulsionadora y profunda debiera supeditarse a expresar
solo un segmento de las vastas y esclarecedoras posibilidades que ella misma
ofrece.
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Tomado del Diario La Prensa
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