El mar, cuando la Isla era doncella, por Ricardo J. Bermúdez |
El mar, cuando la Isla era doncella
y nave de jazmín calzar solía,
era un antiguo mar enamorado
por radas y penínsulas y esteros.
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Australes lienzos de organdí florido
amarraban su túnica de nácares
verdes, cuando la Isla era doncella
y el mar ya la buscaba en la neblina.
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Aguafuertes de brumas asustadas,
leopardos de verdor y sin colmillos
y conchas como pórfidos desnudos,
eran su piel, sus trenzas y sus senos.
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Sin lazos, ni collares ni rubores
el mar la descubrió por sus riberas,
una noche de abril que perseguía
cervatillos de luna por la playa.
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Alumna de los vientos y las olas,
con cadenas de peces y aquilones
la retuvo en su voz y en sus miradas
navegando entre hierbas submarinas.
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Desde entonces abraza su cintura,
¡Oh enajenada niña en las almenas!
y los labios le cubre de corales
con marejadas de zafiros fuegos.
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Del Libro: Cuando La Isla Era Doncella (1961)
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