Fábula del Anciano, por José Franco |
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Habían pasado los años,
así como pasa el tiempo
que deja solo en el alma
las huellas de un pensamiento,
así pasaba los días
el anciano de aquel pueblo.
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En la vieja mecedora
dormía su tristeza el viejo,
el anciano estaba solo,
el anciano estaba enfermo
y de aquellas lejanías
de la infancia y los almendros
del hogar y su familia
le quedaban los recuerdos.
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Hoy de regreso al poblado
mis ojos se conmovieron
porque miré aquella casa
y encontré un vacío muy denso
porque duro es el vacío
del hombre ante los misterios.
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Ya no estaba aquel anciano
que dibujó tantos sueños,
tampoco la mecedora
que meció sus desconsuelos,
estaba solo el portal
solitario en el silencio.
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Del Libro: Fábulas Infantiles
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