Nació el veintiséis de enero de 1901. Fueron sus padres don Salomón L. Maduro
y doña Esther Lindo de Maduro, correspondiéndole a Eduardo ser el tercero de
siete hijos. Obtuvo títulos de Perito Mercantil y de Bachiller en Letras en
el colegio La Salle en los años de 1917 y 1918 respectivamente, ocupando en
ambas ocasiones el Primer Puesto de Honor. Poseyó el raro don de dos talentos
antagónicos: el de las letras y el de las matemáticas. Guillermo Andreve dijo
de él: "Eduardo Maduro comparte su tiempo entre la aridez productiva de los
números y el cultivo de las musas". Al mismo tiempo que se dedicaba a la
creación artística ejerció la función de contador por cuarenta y cuatro (44)
años en la Singer Sewing Machine Co., la mayoría de ese tiempo como jefe
de contabilidad.
Eduardo Maduro contrajo nupcias con la Srta. Carmen Torrente, con quien tuvo
dos hijos: Eduardo y Ricardo; y sus nietos que fueron el compendio amoroso de
su vida. Fue siempre esposo y padre ejemplar a la vez que amigo sincero e
incomparable.
En el año de 1936 Maduro escribió la letra de la Marcha "Disciplina, Honor y
Abnegación”, dedicada al Cuerpo de Bomberos de Panamá. Dicha Benemérita
institución premió al poeta con la Medalla de Plata Panamá por tan valiosa
colaboración.
El dos de junio de 1959 Maduro fue condecorado por S.E. el Licenciado Miguel
de J. Moreno Jr., Ministro de Relaciones Exteriores, con la Orden de Vasco
Núñez de Balboa en el grado de Comendador, por su obra literaria y
principalmente por la letra de la "Marcha Panamá", que tuvo y aún tiene
gran difusión dentro y fuera del país. Ignacio de J. Valdés Jr., dijo en una
ocasión: "cada vez que en una emergencia nacional se quiere animar la llama
de patriotismo de los panameños, las estaciones radiodifusoras ponen dos
marchas patrióticas que no hay istmeño que no conozca, pero sobre todo una:
Panamá".
Eduardo Maduro tuvo infinidad de amigos por su don de gente, por ser ameno conversador y por ser dueño de un extraordinario sentido del humor. Recibió muchas distinciones, y entre ellas podemos mencionar la presidencia del prestigioso Club Unión; diplomas de honor y méritos tanto del Club de Leones como de la Biblioteca Nacional, aparte de los innumerables reconocimientos individuales de que fue objeto por escritores renombrados y miembros sobresalientes de la sociedad de su época.
Eduardo Maduro entregó su alma al Creador el ocho de julio de 1966 y en su tumba, como un sincero y perenne homenaje a su amor patrio, están grabadas en mármol estas palabras sublimes ya ligadas al corazón de todos los panameños: "Panamá, la Patria Mía".
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