Romance de la Casta y Bella Flor Panameña, por Eduardo Maduro
|
La vi escondida entre rocas,
la vi perdida en el prado,
modesta y sencilla y dulce,
llena de luz de alabastro.
|
|
Fue en una tarde solemne,
fulgía el cielo en lo alto
y el sol despedía entonces
la seducción de sus rayos.
|
Blanca concha de marfiles
y de nieves y de rasos
guardaba el sin par tesoro
de sus eternos encantos.
|
Cantaba en el viejo monte
un bimbín enamorado
y el río corría lento
entre escabrosos peñascos.
|
Una tierna palomita,
en gesto solemne y grato,
vi en el centro de su cáliz;
y parecía un milagro!
|
Tarde toda panameña,
de mi interior viejo y plácido,
tarde de paz y de ausencias,
de misterios y de lampos.
|
Cuánta dulzura escondida
en la gracia de mis prados!
Cuánta belleza encerrada
en unos pétalos blancos!
|
La vi escondida entre rocas,
la vi perdida en el prado,
lucía su piel tan suave
como la seda de un manto.
|
Esa es la flor de mi tierra,
la de mis montes serranos,
la de mis niñas montunas,
la de mis altares santos,
que sube en joyel de gloria
a la mansión de los astros.
Esa es la flor panameña;
la del Espíritu Santo.
|
|
1958
Del libro: Poemas Líricos de Eduardo L. Maduro Lindo
Homenaje póstumo a la memoria de Don
Eduardo L. Maduro Lindo (Q.E.P.D.) en el
Décimo Aniversario de su sensible deceso.
Su Viuda Carmen, sus
hijos, nietos y biznietos.
Panamá 8 de Julio de 1976
|