|
Cuantas veces ...
hijo de mis entrañas
llegastes a casa
muy triste y confundido.
|
Pobre hijo mío .!.
ya estabas condenado...
a un mal , sin remedio...
sin alivio.
|
Tus palabras incoherentes
tu desidia en el vestir ..
síntomas de esquizofrenia ;
que regían tu existir.
|
Y decides... finalizar tus días...
para aliviar tu mal.. y descansar...
|
Ya no charlaremos por las tardes...
en el portal de la casa;
ni volveremos a jugar...
otra partida de ajedrez.
|
Ahora... somos...
dimensiones diferentes;
pero con fé...
te encontraré otra vez.
|
agosto 9, de 1991
|