Nació en la ciudad de Panamá en 1939. Realizó sus estudios primarios en la Escuela República de México. Luego, cursó estudios en el Liceo de Señoritas, graduándose más tarde en el Instituto Nacional. Educadora, Licenciada en Filosofía y Letras. Desde muy pequeña manifestó su vocación por la poesía. Pertenece al grupo Gaspar Octavio Hernández desde su fundación.
En 1958 ganó el primer premio del Concurso Literario Ricardo Miró, sección poesía, con su obra Las Raíces Primordiales; en 1960 gana el primer premio del mismo concurso, sección cuento, con su obra Yesca. Y en 1964, recibe mención honorífica del Concurso Literario Ricardo Miró, sección cuento, por su obra El espejo.
Fue Agregada Cultural en Cuba. Por muchos años ha estado vinculada a la Dirección Nacional de Cultura tocándole, entre otras funciones, dirigir “Itinerario”, revista oficial de la institución.
En 2012, ganó el primer premio en la Sección Poesía, en el XXXII Certamen Nacional de Arte del Trabajo 2012, del Concurso Nacional Premios IPEL, auspiciado por el Instituto Panameño de Estudios Laborales, IPEL, del Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral.
Moravia Ochoa, aparece en diversas antologías poéticas. Cuentos y poemas suyos han sido traducido al inglés, polaco y otras lenguas.
Reseñas
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Portada de Nunca Menos que el singular milagro. Publicado en mayo, 2005.
Foto de portada: José A. Córdova Ochoa
DEDICATORIA:
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A José, mi hijo
a quien debo mi avance
por los senderos del Espíritu
que es Dios en mí.
La autora
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Introito
Moravia Ochoa ha sido para mí, continuidad de una estirpe signada por figuras señeras de la literatura panameña: Rogelio Sinán y Esther María Osses, patriarca y matriarca de un grupo caracterizado por el reconocible sello generacional de “escritores comprometidos”.
Moravia es aquella poeta joven que escribió poemas de madurez desde los comienzos, oficio literario que fue desarrollando a la par de su militancia revolucionaria en ese doble quehacer en el que una dimensión se nutre de la otra.
Narradora feminista, cronista de su tiempo, poeta lírica que nos cuenta desnuda sus poemas. Poesía honda que igualmente escribe con la patria acuestas cargada como amoroso y pesado fardo, recogiendo la memoria de los héroes anónimos que esperan desde siempre y cuyo reclamo, Moravia, fielmente mantiene vivo.
En Nunca Menos que el Singular Milagro (La Gracia del Arcángel), encontré otra sorpresiva faceta de la poeta Moravia Ochoa, no porque me sea extraño encontrar su voz en la poesía mística, sino tal vez porque no esperaba tan pronto su aparición en ese ámbito cuando todavía la percibo llena de urgencias terrenas en el ineludible compromiso con su paisito que la deja exhausta de palabras.
Nunca Menos que el Singular Milagro (La Gracia del Arcángel), es una invitación al viaje alado hacia el amor trascendente. Poesía de mujer que desde Santa Teresa nos está diciendo que la mística y el erotismo son expresión de una sola melodía indivisible: Oh! Cómo amo la idea de que me escuchas, Padre/ Y amo saber que soy capaz de enamorarme/ De tí como una loca/ Y que al sentir tus manos tengo tu cuerpo vivo/ Y un dulce corazón al Amor consagrado.
Que estas palabras sean lo suficientemente sutiles para no estropear la gracia del arcángel en la cópula sublime para la cual la poeta ha preparado su mejor canción: Sexo que te confieso no es pecado/ En don de dar me doy y nada pido/ Oh! Gracia del Amor.
Aceptemos su invitación, despojémonos de las razones vanas y recibamos con la recuperada inocencia La Gracia del Arcángel.
Managua, mayo 2003.
Vidaluz Meneses, en la introducción de Nunca Menos que el singular milagro (La Gracia del Arcángel).
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EVOCACIÓN Y NOSTALGIA DE MORAVIA OCHOA
(Fragmento)
Abordar la poesía de Moravia Ochoa siempre ha sido para mí un gran desafío, sobre todo porque sé que su autora, ella misma, es toda poesía, delicada voz en la ternura.
Debía comenzar de otra manera, quizás como aquel peregrino que, sin que él mismo pudiera darse cuenta, empezó a sumergirse en el fascinante entorno del espíritu, sin imaginar, aún, que estaba rasgando los múltiples senderos de algo irremediablemente imprevisible.
Lo otro, es la dispersa, sutil, magnífica, casi prodigiosa visión del ángel que, impelido por un gran afán, intentaba a cada instante descubrir cada y uno de los misterios de la palabra escrita.
En sus versos, está el ardiente rescoldo de la virtud. En la misma entrega de su vocación, tan apegada a mi antigua ciudad; a la más universal del arco antillano; a la que ya conocía de su mirada, de su previsión, de la ternura con que es capaz de resguardar sus nostalgias; desde la primera vez que aventuró sus sueños sobre las piedras salpicadas de algas, de azules verdecidos, de brisas y sales, con su majestuosa luz tropical. Luz semejante a la ventisca que sorprende con sus olores marinos.
Fue esa noche y no otra. La primera noche, cuando venías con aquel hálito de lo indomable; como si todos los navegantes, desde el enorme Pacífico, estuvieran por entrar definitivamente en el mismo Caribe.
Sin dudas, tu poesía se encuentra iluminada por un hálito radiante; luz nocturna, luz presagio, luz cautiva, luz y encanto. Es la presencia del poeta, el fuego y la palabra, el misterio y la ensoñación.
Esa es la imagen que guardo del encuentro con tu poesía, en la vieja ciudad.
[…]
Oh!, Panamá, que feliz embrujo, y cálida manera con que tus hijos desean enfrentar el paso del tiempo! Por eso, como el sol en los amaneceres, saludamos el advenimiento de “La Casa Inmaculada”. Tu admirable poesía es el pulso desde tu mismo corazón, pez y ave, flor y sueño. Ahora y para todos los tiempos.
La Habana, 12 de mayo de 2005.
Enrique Cirules, en la introducción de La casa inmaculada..
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Portada de La casa inmaculada. Publicado en septiembre, 2005.
Portada: Luis Petit
DEDICATORIA:
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a Moravia Alicia (Alicín), mi hija
y a Moravia Lynn (Bibi),
dos de mis grandes amores.
La autora
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