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Te vas, Florecita Blanca,
madurada de adioscitos,
con tus cabellos de azúcar
y los ojos de aguacero.
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Llórele de la tinaja
llorando rosas de arcilla.
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Florecita boquiabierta,
descalza de ruiseñores,
por el aire te me escurres
sin que respire tu beso.
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Ajé y ajá que te siguen
mis pies de estrellas sin nombre.
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Porque quedo sin tu risa
voy a morirme de sombra,
y el eco del valle frío
se comerá tu recuerdo.
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Adiós Florecita Blanca,
adioscito cabizbajo.
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Del Libro: Adán Liberado (1944)
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