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- El nombre por la mar se le ha perdido.
Delfines, madreperlas ¿Quién lo sabe?
- Cómo perder – increpa el viento suave -
cómo perder el nombre por olvido?
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- ¡Volved a tierra! Por la mar no ha sido.
¿No veis su forma entre jazmín y ave?
Id a los montes. Indagad. Acabe
esta zozobra de no haber nacido.
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No es por el aire, mariposa exacta.
No es por el agua con el pez, intacta,
donde amanece su primer asombro.
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Tal vez aquí, bajo la herida tierra,
al pie del árbol Panamá se encierra
en este grito con que yo la nombro.
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Del libro: El Rastro de Fuego
Segundo Premio de Poesía Ricardo Miró, 1958.
(No editado; publicado parcialmente en revistas y periódicos)
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