|
|
|
Devuelvo tu perfil adormecido
que ayer fuera mi afán y mi cuidado,
con pétalo de niebla fuiste herido
y por copos de espuma amenazado.
|
|
En tus labios un ¡ay! recién nacido.
En mi pecho tu nombre derramado.
Del ayer los mañanas del olvido,
te entrego para siempre rescatado.
|
|
Esto me queda, un sueño prisionero
en el topacio ahumado de tus ojos,
tus ojos –asequible ventisquero–
|
|
y un lamento obstinado que te llama,
una encendida soledad de hinojos,
una abrasada nieve que te ama.
|
Del libro: El alba perdurable.
|